lunes, 4 de julio de 2011

El prisionero.

Siempre les tuve un miedo a los espejos, muchos antes de leer a Borges o a Pizarnik. Cuando no había nadie en mi casa me quedaba mirando el espejo de la puerta del ropero de mis padres, como esperando que mi reflejo se mueva solo o tal vez golpe el vidrio tratando de escapar o solo para hablarme. Pensaba que una vez que me alejaba del espejo mi imagen debía permanecer unos segundos allí, mirándome con odio mientras yo desaparecía y al pasar por algún otro espejo volvía a estar.
¿Quien era yo para decir lo que el tenia que hacer? ¿Porque si yo reía el debía reír? Era mi prisionero. ¿Por qué?
Se que algún día estaré mirándome en un espejo y el reflejo desaparecerá del espejo y al darme vuelta allí estará. Mirándome por unos segundos. Mirando alrededor. Más allá de lo que su prisión le dejaba ver. Y luego solo se ira. Y yo solo veré una imagen desaparecer. 
A Patti Smith. 

Ojos blancos.
Pelo negro.
Sentimientos blancos.
Amor negro.



En blanco las paginas.
En blanco las noches pasadas. 
En blanco lo prohibido.  


El veneno. Era dulce pero no calmaba mi sed. Pasaron los días y me vi mas sumergido en el. Pasaron los días y el veneno dejo de fluir. Pasaron los días y no morí.


Tú cuerpo transparente jugaba con las sabanas. Tu sexo. Mi sexo. Nunca habían oído hablar sobre las horas. El tiempo enmudeció en aquella cama.


Mujer de 17 años. Pelo castaño, altura promedio, piel morena. Buena bezadora. Soñadora incansable. Dulce, emotiva, siempre pensativa, descendiente de Afrodita. Heredera de los mares. Prisionera de las nubes. Fugitiva. Culpable de asesinato. Engaño y robo. Peligrosa. 

Las cartas.


Estaba solo cuando lo encontraron tirado junto a su cama. Al parecer el viejo había llegado borracho y tuvo un infarto o algo parecido escuche que le decían los médicos a su hijo mientras se lo llevaban – contaba al barrio doña Estela como el suceso de la semana.
La verdad es que no fue así como sucedieron las cosas. Al viejo no le dio un infarto. El se suicido, cortándose las muñecas luego de escribir tres cartas.
La primera carta era para su hijo a quien le decía que había sido su mayor orgullo. La segunda para su ex mujer a quien solo le pedía disculpas por no haber estado siempre. La tercera era para sus amigos de toda su vida y algunos colegas y escritores.
Hubo una especie de lo que al principio se creyó era una cuarta carta, pero no tenia destinatario. Era un escrito algo vago, cargado de fantasía, al parecer le hablaba a un fantasma que lo había seguido desde los 17 años, contaba que a veces desaparecía por años hasta que un día solo volvía a instalarse en su vida y se quedaba, algunas veces solo unos minutos, otros días e inclusive meses. Al principio el disfrutaba de esta compañía ya que tenia con quien charlar, pero al pasar los años el fantasma ya no quería charlar, cada vez volvía mas furioso y lentamente se llevaba todo lo que al viejo le hacia o le causaba alguna alegría.
“Un día solo vino y me impido rezar” los pocos que leyeron este escritos descartaron la posibilidad de que esto fuese una carta ya que el viejo nunca había sido una persona de fe, y mucho menos una persona que rezara. Me causo una gran tristeza, no podía imaginar que dolor debía causar alguien para recibir tal castigo.
Al final del escrito decía:



                         “Será largo el camino, eterno como el sueño que lo creo.
                         Pero no temeré a la oscuridad ya que pase mi vida en ella”
Sed (hablar).

                                                                                                 A Leopard Skin.            
                      
Algunas noches te escucho pedirme un vaso de agua. 
Pero no eres tú, solo es la oscuridad y esa sed que no cesa.
Algunas mañana pienso en escribirte.
Pero se que ya no serás tú la que lea el mensaje.

Las sombras ya empezaron a marcharse.
Solo quedan unas pocas a las que a veces invito
con una taza de te de manzanillas.
Hablamos un rato y luego me dejan tranquilos unas horas.

Las charlas de políticas ya no son las mismas sin tus quejas.
Los poemas que leo ya no tienen el mismo valor sino puedo
compartilos contigo.
Hace un tiempo que no tengo con quien hablar. 

Leopard Skin I.


La primera vez que la bese supe que me haría mal. Pero como dice un Escorpiano amigo “eso lo hace mas lindo”.
A decir verdad no me hizo mal, después de todo existe el libre albedrío y contra eso nadie puede luchar.
Una vez la vi vestir una piel de leopardo, automáticamente me sentí en la piel de un cordero. Ella me amaría hasta que no sintiera nada y después solo se iría, sin mirar atrás, sin volver a llamar. Sentí mucho frío como si el ángel de la muerte pasara delante de mí y me susurrara que lo nuestro tenía fecha de vencimiento. Nunca fui buen perdedor y ya que estaba en el juego debía jugar y tratar de ganar y sino lo conseguía podía estar feliz por haber perdido contra ella.
El día que el juego termino pasó demasiado rápido.
Miro mis ojos y dijo – Es todo.
Yo seguía mirándola, su pelo castaño claro con rulos. Su piel morena. Sus ojos color miel. Sus pequeños labios. Lentamente empecé a ver sus manos y eso fue lo último que vi de ella. Segundos después estaba mirando una puerta de madera. No podía hacer mas nada, comencé a caminar. Como es de costumbre empecé a recordar todo y hasta pensé en volver. Pero seria inútil, ella ya estaría sentada en la mesa pasando resúmenes de biología u otra materia. No digo que no le hubiera afectado, quiero pensar que si, pero ella era así en su vida y siempre que me preguntan como era. Solo respondo – como la piel de un leopardo. 

El mito de la Castellana.

   Cuenta un santo Cruzado de la época de Carlomagno, el de la dulce Francia, que por los pasillos de la sitiada Zaragoza se hacían ecos las historias sobre Bramimonda, la hermosa y noble esposa del Rey, pero aun mas ecos hacían los rumores sobre el verdadero amor de Marsilio. Su amor era una esclava Castellana que había sido vendida junto a unos leones y camellos que el Rey había comprado a un comerciante de la ciudad. En toda la ciudad nadie se animaba a pronunciar el nombre de aquella esclava, temerosos de que Bramimonda se haga eco y los mande a matar, solo la nombraban en susurro y siempre con algún sobre nombre.
   Cuando Carlomagno, el de la dulce Francia toma Zaragoza, ultimo reducto Sarraceno, conociendo las historias de esta mujer, envía a sus hombre a buscarla. Los mismo regresan tres días después sin noticias de aquella mujer, solo traen rumores vagos rumores, en la que la mayoría la involucran a Bramimonda como Verduga de aquella muchacha. El Rey manda a buscar a la misma, para este entonces exorcizada bajo la fe castellana y le pregunta:
      – ¿Que fue de que aquella muchacha Castellana?
      -  Nunca existió tal mujer – respondió Bramimonda.
-  ¿Como es posible? replico el Rey, si los rumores de ella llegaron hasta la dulce Francia.
-  Nunca existió mi Rey. Volvió a decir la ahora Cristiana Bramimonda y se marcho. 
La ultima cena. (Observación de un pintor)

La belleza otra vez servida en la mesa.
Todos miran, todos mira, quien se animara primero a ella.
Uno por uno comienza a comer.
El último, cansado se detiene, al principio para estar pensando,
Todo mentira, solo estaba descansando para empezar de nuevo.

Ana I.

Se llamaba Ana, no le gustaba que la miren cuando recién se levantaba. Odiaba la navidad. Tenía una colección de tres muñecas que cuando estaba triste se ponía a peinar, decía que aunque pareciera loca era lo único que la consolaba de verdad, otras veces leía libros de poetas franceses, pero el efecto no era el mismo. Vivía con su abuela. Fumaba siempre tomando café. Odiaba el color rojo y siempre decía que algún día se compraría un saco amarillo. Tenía tatuadas las palabras umbrella y dreams, una en cada brazo.  
Lunes 30 de octubre 2006, 10:43 A.m.

  La hoja seguía en blanco, ya no podía escribir más cuentos de hadas. La niña había entrado en silencio por otros 500 años, tal vez más. El día cambio de color temprano aquella mañana.


Vi morir sus ojos sin poder hacer nada.
Sentí su corazón detenerse. 

El bar del infierno.

El prófugo y la loca.

  Entre rápido al bar, ella venia de tras de mi, yo era casado y ella estaba loca. En el bar todos bailaban, al principio se me fue fácil confundirme entre la muchedumbre. Al ver que todos bailaban tome a la primera Srta. Que vi y me puse a bailar. Nunca imagine que aquel era el bar del que hablaba Dolina, ahora estoy aquí, tratando de escapar de aquella prisión y de una loca que trata de amarme. Todos los días entraban personas nuevas pero el bar nunca parecía llenarse. Conocí un “Californiano” que dijo saber como escapar de allí. Los seguí durante 7 días, aunque realmente fueron 7 noches ya que me llevo por un túnel, oscuro como la noche que había, oculto abajo del mostrador del cantinero. Al llegar allí vi que era una trampa, aquel “Californiano” no era tal, no era más que un cantinero que había contratado la loca. Al verme me abrazo fuerte y me dijo – amor mío, desde que entramos al bar vi que te pusiste a bailar. Entendí cual era mi defecto dijo – pero ahora ya soy buena bailarina. Ya no tendrás que bailar con nadie más, aquí estoy yo. 
  Comprendí que el saber bailar fue mi cárcel, y aquella loca, mi verdadero amor. Pasaron los días, los meses, los años y aun seguimos bailando temas de Neil Young atrapados en aquel bar. 
Dulce.

Murmuro unas palabras antes de largar su carcajada tan característica, mezcla de ironía y seguridad. Fumo y miro el suelo en busca de sus zapatos.
-¿Donde esta el otro repitió?, ¿Lo ves?
- Acá esta, acá esta – dijo mientras se agachaba a buscarlo.
Se lo puso y dijo – soy más alta que vos. Y volvió a reír. 
Viento.

Acaricias suavemente mi mente en los momentos más solitarios. Eres tan extraña que desearía darte un nombre. Pájaros negros vuelan cerca del sol, tan cerca como jamás estaremos. Solo me atrevo a decirte viento. Viento no me castigues en las tardes de otoño. Viento perdóname.

5 letras.

Tus frías manos aun me acompañan a dormir las noches de dolor. Algunas noches te siento entrar en mi habitación con un arma y por mas que te ruego no disparas.
¿Sigues esperando que el sol te empiece a quemar?

A Dios.

Mi corazón nunca tocara el cielo amor. Las mentiras y el amor nunca se llevaron bien. No importa cuanto rece amor, “el” nunca escucha mis rezos. No lo culpo, debe de tener cosas importante de las cual ocuparse.

Srta. Vancouver.

¿En que caminos tan escabrosos nos metimos esa noche? Las estrellas no salieron esa noche, tampoco las buenas intenciones, pero después de la noche siempre llega el día.  Srta. Vancouver es hora de separarnos, el viento comienza a soplar fuerte.

Perfume.

“…es domingo y esta todo en calma.”. Tu nuevo perfume hoy corre por mis venas. Ella es tan fashion no deja nada librado al destino. Juega y canta con las sombras, nadie opaca su alma.

Piscis.

Tu cuerpo murmuro en el agua.
Tu piel brillo al sol.
Tu día fue tan perfecto.