El prisionero.
Siempre les tuve un miedo a los espejos, muchos antes de leer a Borges o a Pizarnik. Cuando no había nadie en mi casa me quedaba mirando el espejo de la puerta del ropero de mis padres, como esperando que mi reflejo se mueva solo o tal vez golpe el vidrio tratando de escapar o solo para hablarme. Pensaba que una vez que me alejaba del espejo mi imagen debía permanecer unos segundos allí, mirándome con odio mientras yo desaparecía y al pasar por algún otro espejo volvía a estar.
¿Quien era yo para decir lo que el tenia que hacer? ¿Porque si yo reía el debía reír? Era mi prisionero. ¿Por qué?
Se que algún día estaré mirándome en un espejo y el reflejo desaparecerá del espejo y al darme vuelta allí estará. Mirándome por unos segundos. Mirando alrededor. Más allá de lo que su prisión le dejaba ver. Y luego solo se ira. Y yo solo veré una imagen desaparecer.
2 comentarios:
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Solo creemos estar seguros de que estamos de este lado, pero... ¿quién es el verdadero prisionero?
Borges: "No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?"
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